Gastronomía en Quito: Mejores restaurantes

Restaurantes en el corazón de Quito

El centro histórico de Quito no solo guarda iglesias majestuosas y calles adoquinadas: también es un destino culinario lleno de identidad. Entre fachadas coloniales e interiores restaurados, se esconden espacios donde la cocina ecuatoriana cobra nueva vida con ingredientes locales y un toque de autor. Aquí, cada comida se convierte en una invitación a saborear el pasado y el presente de la ciudad.

Entre las paradas imprescindibles están La Purísima, con una propuesta creativa que rescata sabores tradicionales en un ambiente contemporáneo; Hasta la Vuelta, Señor, donde la tradición quiteña se sirve con historia; y Vista Hermosa, un restaurante con encanto que combina gastronomía local y vistas panorámicas del casco antiguo.

Y para quienes desean prolongar esta experiencia con confort y ubicación privilegiada, el Mercure Alameda Quito ofrece el equilibrio perfecto: a pocos minutos del centro, con estilo, calidez y todo lo necesario para seguir explorando con el paladar y el alma despiertos.

Sabores de altura: experiencias con vista a los Andes

Quito es una ciudad que se saborea también con la mirada. Desde lo alto, los tejados coloniales, las iglesias centenarias y las montañas que abrazan la capital ofrecen un telón de fondo perfecto para una experiencia gastronómica inolvidable. Hay restaurantes que no solo conquistan por lo que sirven en el plato, sino también por las postales que regalan desde la ventana: panorámicas andinas, cielos cambiantes y atardeceres que parecen pintados a mano.

Comer en altura tiene otro ritmo. Es sentarse con calma, dejar que los sabores dialoguen con el paisaje y brindar con la certeza de estar en un lugar único. Ya sea al aire libre o en terrazas íntimas, estas experiencias combinan lo mejor de la cocina local con una dosis de contemplación. Porque en Quito, los sabores se sienten más intensos cuando se disfrutan cara a cara con los Andes.

Comida callejera

La comida callejera en Quito no es solo una forma de comer: es una manera de vivir la ciudad desde su pulso más auténtico. En cada esquina, puesto o carrito, hay una historia que se fríe, se asa o se sirve en hoja de plátano. Sabores directos, sin pretensiones, que hablan de tradición, ingenio y cercanía. Desde unas empanadas recién hechas hasta un caldo de gallina servido al paso, cada bocado sorprende por su sabor y personalidad.

Probar la comida callejera es también conversar con quien cocina, seguir el aroma por calles estrechas y descubrir qué se come en un día cualquiera en Quito. Es una experiencia viva, espontánea, con esa chispa de lo cotidiano que no aparece en ninguna guía turística. Y aunque los precios suelen ser bajos, el verdadero valor está en la conexión con la ciudad y su gente, una cucharada a la vez.

Opciones veganas y vegetarianas con sabor local

Quito se consolida como un destino gastronómico ideal para quienes eligen una alimentación basada en plantas sin renunciar al sabor ni a la identidad local. La ciudad sorprende con propuestas veganas y vegetarianas que combinan productos frescos, técnicas artesanales y un firme compromiso con la sostenibilidad. Cada plato es una expresión de respeto por los ingredientes y por la tierra, pensado para disfrutarse con todos los sentidos.

Entre los favoritos de la escena quiteña se encuentra El Maple, un clásico del barrio La Mariscal que fusiona recetas ecuatorianas e internacionales en un ambiente cálido y relajado. Más arriba, en el mirador de Guápulo, Tandana deslumbra con vistas panorámicas y una carta 100 % vegana que va desde risottos hasta pizzas artesanales. Y para quienes buscan una experiencia casera y reconfortante, La Cuchara Orgánica ofrece tortillas de maíz rellenas, postres veganos y un entorno que invita a quedarse. Tres paradas imperdibles para saborear Quito desde una mirada consciente y deliciosa.

Platos que solo encuentras en Quito

La cocina quiteña tiene un carácter propio que se expresa en sabores intensos, preparaciones con historia y combinaciones que sorprenden por su autenticidad. Más allá de lo que se encuentra en otras regiones del país, en Quito los ingredientes se transforman en recetas que solo cobran sentido en este entorno andino. Desde la tradicional fanesca, servida en Semana Santa con granos tiernos, bacalao y especias, hasta los llapingachos con chorizo, huevo y ají de maní, cada plato es un viaje directo a la mesa familiar de la sierra.

También hay propuestas menos conocidas, pero igual de representativas, como el yahuarlocro, una sopa espesa hecha con papas, menudencias y sangre cocida, o las empanadas de viento: infladas, doradas y espolvoreadas con azúcar, ideales para acompañar con un canelazo caliente. Son sabores que hablan del clima, de las costumbres y de la generosidad de una ciudad que invita a sentarse a comer como un local.

Recomendaciones de chefs quiteños

Nada mejor que descubrir una ciudad de la mano de quienes conocen su cocina desde dentro. Los chefs quiteños son guardianes de sabores heredados y, a la vez, exploradores incansables que reinterpretan la tradición con una mirada actual. Muchos coinciden en que el secreto está en los mercados, donde los ingredientes frescos, los colores vivos y los saberes populares inspiran platos que conectan con la memoria y el territorio.

Entre sus recomendaciones más frecuentes aparecen las hornadas de los valles, los tamales caseros envueltos en hoja de achira, los ceviches serranos con maíz tostado y el locro de papas, simple y reconfortante. También destacan la importancia del ají, no solo como condimento, sino como una expresión de identidad. Seguir sus sugerencias es una manera de probar Quito a través de los sentidos de quienes mejor lo cocinan: con orgullo, creatividad y amor por lo que esta tierra ofrece.

Cocina ecuatoriana con toques contemporáneos

En Quito, la tradición culinaria no se conserva estática: se transforma, evoluciona y se renueva con creatividad. Jóvenes chefs y cocineros de trayectoria reinterpretan los ingredientes locales con técnicas modernas, jugando con texturas, presentaciones y fusiones que sorprenden sin perder el alma ecuatoriana. El resultado son platos que honran sus raíces mientras dialogan con el presente, servidos en espacios donde el diseño y la calidez convierten cada comida en una experiencia integral.

Propuestas como estas se encuentran en restaurantes que apuestan por lo local con una mirada fresca, elevando productos como el chocho, la quinua o el cuy a nuevas expresiones gastronómicas. El Mercure Alameda Quito es una elección inspiradora para quienes desean hospedarse en un lugar que refleje ese mismo equilibrio entre lo auténtico y lo actual: moderno, acogedor y conectado con lo mejor de la ciudad, ideal para quienes viajan con el paladar despierto y el espíritu curioso.

Rincones escondidos donde se come como en casa

En Quito, hay lugares que no aparecen en las listas más famosas, pero conquistan desde el primer bocado. Son pequeños locales de barrio, cocinas familiares, comedores discretos que ofrecen mucho más que un buen plato: entregan calidez, conversación y ese sabor casero que reconforta. Allí, el menú cambia según lo que hay en el mercado, los jugos se sirven recién hechos y el sazón viene cargado de historia. Comer en estos rincones es como ser invitado a la mesa de alguien que cocina con cariño, sin apuro y con memoria. Y en cada plato, por más sencillo que parezca, se esconde una forma muy auténtica de contar la ciudad.

Comer bien es parte del viaje cuando te hospedas con Mercure

Explorar la gastronomía quiteña es abrir una puerta a los sabores del Ecuador, y para disfrutar de cada experiencia con comodidad, estilo y una ubicación estratégica, los hoteles Mercure son aliados perfectos. Desde una caminata por el centro histórico hasta una cena con vista a los Andes, alojarse en Mercure te permite saborear la ciudad sin perderte nada. Porque cada detalle, desde el desayuno hasta el descanso, está pensado para que el viaje fluya con autenticidad y placer.

Y si lo tuyo es viajar con ventajas, el programa de fidelidad ALL – Accor Live Limitless te espera con los brazos abiertos. La inscripción es gratuita, y desde el primer momento empiezas a disfrutar de descuentos exclusivos, beneficios pensados para cada etapa del viaje y experiencias que suman mucho más que puntos: suman recuerdos. Unirte a ALL es decirle sí a un viaje con sabor a más.