Uruguay
¿Qué hacer en Punta del Este?
Punta del Este es ese rincón del Atlántico donde la elegancia costera se encuentra con la autenticidad uruguaya. Sigue leyendo y déjate sorprender por todo lo que este destino vibrante tiene preparado para ti.
Disfruta de las playas
Las playas de Punta del Este son mucho más que una postal: son escenarios vivos donde la energía del océano se fusiona con el ritmo relajado del día a día. Desde la icónica Playa Brava, con su famosa escultura “La Mano” emergiendo de la arena, hasta los atardeceres dorados de Playa Mansa, cada tramo de costa tiene su propia personalidad y encanto. Aquí, el mar invita tanto al descanso bajo el sol como a la aventura con deportes acuáticos llenos de adrenalina. Caminar descalzo, sentir la brisa salina y escuchar el vaivén de las olas forma parte de una experiencia sensorial que permanece en la memoria.
Pero hay más por descubrir: playas como Montoya y Bikini, frecuentadas por un público joven y sofisticado, marcan tendencia con sus elegantes chiringuitos, música envolvente y ambiente animado. Por otro lado, rincones como José Ignacio seducen por su aire bohemio y su espíritu de desconexión total. Este abanico de posibilidades convierte al litoral en una parada obligada para quienes se preguntan qué hacer en Punta del Este, fusionando naturaleza, estilo y libertad en cada jornada frente al mar.
La escultura de la mano: el símbolo de Punta del Este
En medio de las arenas doradas de Playa Brava emerge una mano gigante que parece querer alcanzar el cielo o advertir sobre los secretos del mar. Se trata de La Mano, también conocida como “Los Dedos”, una escultura tan icónica que ha trascendido su función artística para convertirse en el emblema indiscutible de Punta del Este. Obra del artista chileno Mario Irarrázabal, fue creada en 1982 durante un concurso internacional de arte al aire libre y, desde entonces, es una parada obligatoria para fotografías, contemplación y encuentros. Es imposible estar frente a ella y no detenerse un instante para observar o simplemente dejarse llevar por su fuerza simbólica.
Más que una atracción, La Mano es el punto de partida ideal para explorar el espíritu vibrante de la ciudad. A su alrededor, las olas rompen con elegancia, los surfistas dibujan siluetas sobre el agua y los viajeros se sumergen en una atmósfera donde el arte, la naturaleza y el encanto costero se entrelazan. Para quienes planean la ruta desde la capital, la experiencia comienza incluso antes de llegar: el Mercure Montevideo Punta Carretas es el hospedaje perfecto para quienes salen de Montevideo rumbo a Punta del Este. Frente al Río de la Plata, en un barrio lleno de estilo y cultura, este hotel combina comodidad, diseño y hospitalidad con sello local: una bienvenida cálida para una escapada inolvidable.
El puerto
El puerto de Punta del Este no es solo un punto de llegada: es un espectáculo en sí mismo. En sus muelles conviven elegantes yates, barcos pesqueros y veleros que parecen flotar al ritmo del viento, creando una postal viva que cambia a cada hora del día. Caminar por esta zona es sumergirse en una atmósfera vibrante, donde el olor a sal, el sonido de las gaviotas y el movimiento constante de embarcaciones construyen una experiencia única. Aquí, cada paso tiene algo que contar: desde los pescadores locales que ofrecen su pesca del día hasta los artistas callejeros que colorean el paseo con música y creatividad.
Al atardecer, el puerto se transforma en uno de los rincones más encantadores de la ciudad. La luz dorada se refleja en el agua, los restaurantes cobran vida con mesas al aire libre y una energía especial se apodera del ambiente. Es el momento ideal para degustar un buen plato de mariscos frescos, observar a los lobos marinos que se acercan con curiosidad a los muelles o simplemente dejarse llevar por el ritmo suave del turismo en Punta del Este. Visitar el puerto es permitir que el tiempo se diluya entre paisajes y emociones que solo un destino con alma marítima puede ofrecer.
El casco histórico de Punta del Este
Recorrer el casco histórico de Punta del Este es como abrir un libro cuyas páginas guardan historias de marineros, viajeros y atardeceres eternos. Esta zona, donde todo comenzó, conserva una esencia serena que contrasta con el ritmo vibrante de otras partes de la ciudad. Entre calles estrechas y faroles antiguos, aparecen joyas como la Iglesia de la Candelaria, construida a principios del siglo XX, que domina el entorno con su fachada azul y su atmósfera apacible. Cada rincón invita a bajar el ritmo, observar con atención y dejarse sorprender por los detalles arquitectónicos, las plazas tranquilas y los murales que narran fragmentos del pasado.
Muy cerca, el Faro de Punta del Este se alza como un verdadero guardián del tiempo. Construido en 1860, este faro de piedra volcánica sigue iluminando las noches y ofrece una de las vistas más privilegiadas del enclave costero. Desde su base, se aprecia cómo el mar se funde con la historia, en un equilibrio que seduce a quienes buscan más que playas: una conexión genuina con la identidad del lugar. Explorar este corazón antiguo es una de esas respuestas inesperadas para quienes se preguntan qué hacer en Punta del Este: una experiencia que no grita, pero que permanece. Porque, a veces, lo más simple es justamente lo que deja huella.
Museos y galerías de arte
Punta del Este también vibra arte —y lo hace con una intensidad que sorprende a quienes solo esperan sol y playa. En sus museos y galerías, el talento local convive con grandes nombres internacionales, dando forma a una escena cultural diversa, provocadora y en constante renovación. El Museo Ralli, por ejemplo, es un verdadero tesoro escondido en el barrio Beverly Hills: allí, esculturas al aire libre y obras de artistas latinoamericanos se despliegan en salas luminosas que invitan a contemplar sin prisa. Muy cerca, el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry se extiende en un parque escultórico donde el arte y la naturaleza dialogan en perfecta armonía.
Las galerías privadas también juegan un papel protagónico en este universo artístico. Espacios como Galería del Paseo o Los Caracoles apuestan por la innovación y ofrecen un recorrido íntimo por expresiones visuales contemporáneas que reflejan el pulso creativo del Uruguay y del continente. Sumergirse en estos circuitos culturales es una forma distinta —y profundamente enriquecedora— de vivir el turismo en Punta del Este. Porque aquí, el arte no se observa a la distancia: se camina, se respira y se siente como parte de la experiencia.
La gastronomía
Sabores que evocan la tierra, aromas que viajan con la brisa del mar y platos que celebran el encuentro entre tradición e innovación: así se vive la gastronomía en Punta del Este. La ciudad no solo alimenta el alma con paisajes, sino también con experiencias culinarias que revelan, bocado a bocado, su identidad costera y cosmopolita. Desde parrillas con cortes irresistibles hasta restaurantes que reinventan los aires mediterráneos, la cocina marina y las recetas de autor, cada menú cuenta una historia distinta. Mariscos recién llegados del puerto, productos de estación y técnicas heredadas con orgullo son los protagonistas de una escena que encanta tanto a la hora del almuerzo como bajo las luces suaves del atardecer.
Ya sea en la sofisticación de La Barra o en los rincones apacibles de José Ignacio, comer en Punta del Este es una forma de viajar sin salir del plato. Para quienes inician esta ruta de sabores desde la capital, el Mercure Montevideo Punta Carretas ofrece una escala con carácter propio: frente al Río de la Plata y rodeado de cafés, boutiques y una deliciosa movida local, es el punto de partida perfecto para llegar al este con los sentidos despiertos y el espíritu en modo exploración. Porque toda gran experiencia —gastronómica o viajera— comienza con una buena elección.
Actividades nocturnas
Cuando el sol se despide en Punta del Este, no es el fin del día: es el comienzo de otra experiencia. La ciudad se transforma bajo las luces de neón, con una energía que combina sofisticación y ligereza. Los bares frente al mar cobran vida, las terrazas se llenan de risas y los cócteles artesanales hacen sus primeras apariciones de la noche. Para quienes buscan algo más íntimo, hay espacios con jazz en vivo, vinos locales y conversaciones que fluyen como la brisa oceánica. Aquí, la noche no tiene prisa: se saborea lentamente, con todos los sentidos despiertos.
Pero Punta también sabe cómo subir el ritmo. Casinos elegantes, como el icónico Enjoy, ofrecen desde juegos clásicos hasta espectáculos internacionales en ambientes de alto nivel. Discotecas exclusivas, beach clubs y fiestas privadas revelan un lado vibrante y festivo que atrae a viajeros de toda América Latina. La diversidad de propuestas permite que cada noche sea distinta a la anterior —y cada amanecer, una nueva historia. Vivir las actividades nocturnas en Punta del Este es aceptar una invitación a lo inesperado, donde cada esquina puede sorprender con un nuevo sonido, un sabor distinto o un encuentro inolvidable.
Recorre la península y sus alrededores
Explorar la península de Punta del Este es adentrarse en un paisaje que cambia a cada paso: de un lado, el Atlántico despliega su fuerza; del otro, el Río de la Plata se extiende sereno. Entre ambos, se dibuja un paseo lleno de contrastes y belleza natural. Caminar por la Rambla General Artigas o bordear la escollera del puerto permite comprender por qué este lugar fascina tanto. Pequeñas plazas, esculturas al aire libre, faros históricos y vistas panorámicas que se suceden como postales vivas hacen que cada recorrido sea una experiencia visual y emocional.
Más allá del centro, los alrededores también guardan joyas inesperadas. Sitios como La Barra, con su puente ondulado y sus galerías de arte bohemias, o José Ignacio, con su aire relajado y una elegancia sin pretensiones, ofrecen un cambio de ritmo sin perder el encanto costero. Recorriendo esta región, se descubre que el turismo en Punta del Este no se limita a sus playas: también se vive en la carretera, en los caminos de tierra que conducen a viñedos, en los mercados de artesanos y en los atardeceres que pintan el cielo de tonos irrepetibles. Aquí, moverse también es una forma de disfrutar.
Se aventure en Punta del Este con Mercure
Viajar a Punta del Este es entregarse a una mezcla irresistible de paisajes, cultura y experiencias que despiertan los sentidos. Y para que cada momento tenga el confort que merece, Mercure ofrece espacios con identidad local, pensados para quienes valoran el diseño, la autenticidad y una acogida cálida. Desde el primer café de la mañana hasta el descanso reparador tras un día de exploración, tu hospedaje se convierte en una extensión natural del destino. Porque cuando el alojamiento acompaña el ritmo del viaje, cada detalle suma a la experiencia.
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