Un escaparate que deja entrever el comedor de un restaurante. En su interior, un antiguo reloj del Franco Condado preside la sala al fondo. Por detrás, se oculta una coctelería como los establecimientos clandestinos del Nueva York de los años 1930. En cambio, no hay nada ilegal en el Symbiose. En la barra: Lucas y Simon, los propietarios, que sirven bebidas preparadas con licores franceses y alcoholes de todo el mundo. Un viaje muy discreto, para consumir con moderación.
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