En Viena, un café no se toma deprisa y corriendo en la barra de un bar: hay que instalarse cómodamente en una mesa de mármol para leer el periódico y saborear un café vienés con calma. Y así ocurre desde hace siglos. En 1683, las tropas del rey de Polonia consiguieron expulsar al ejército del gran visir que sitiaba Viena desde hacía dos meses. En su retirada precipitada, los turcos dejaron tras de sí 500 sacos de granos de café. Un armenio que estaba de paso, atraído por el olor, recuperó el botín y consiguió, dos años más tarde, un permiso del emperador Leopoldo I para abrir un puesto de bebidas, el Zur blauen Flasche («a la botella azul»), donde empezó a ofrecer un brebaje negruzco cortado con leche y miel, el conocido como café vienés. El Zur blauen Flasche ya no existe, pero siguen estando los cafés Central, Mozart, Hawelka o incluso el Imperial para disfrutarlo sin prisas. Café Central Herrengasse 14, 1010 Wien, Austria.
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