Cafés con más de un siglo, pero más vivos que nunca
El tintineo de la cucharilla, el bufido de la cafetera cuando calienta la leche y ese bullicio coral que entonan las mesas de alrededor otorgan a los cafés una atmósfera que embelesa. El humo de la taza disimula los ‘tequieros’ más tímidos. Las parejas le echan dos terrones para decirse hasta nunca, y la mirada perdida en el fondo de la taza, como buscando una respuesta en los posos, ha precedido a las más grandes alianzas. Los cafés son el sistema nervioso de las ciudades y Bilbao es una ciudad de cafés emblemáticos.
La capital de Vizcaya cuenta con una oferta turística abrumadora. Alberga algunos de los museos más importantes del mundo, la gastronomía más reconocida a nivel internacional, o unos entornos naturales incomparables. Pero Bilbao es, sobre todo, una ciudad para vivirla: salir a la calle sin un rumbo fijo para descubrir parques, pararse frente a escaparates y sentarse en sus cafés. La ubicación del Hotel Mercure Bilbao Jardines de Albia es idónea porque está a escasos metros del Casco Viejo y de las cafeterías más importantes.
Precisamente frente a los jardines de Albia se levantó en 1903 el café Iruña. Uno de los locales con más solera a ambos lados del Nervión. Nada perdura más de un siglo por casualidad. El Iruña es centro de peregrinaje de visitantes -en 1980 fue declarado ‘Monumento Singular’-, pero también forma parte del día a día de los bilbaínos con tertulias, conciertos, actos culturales, chupinazos... El café mantiene la esencia del siglo pasado con una decoración que marida los azulejos de estilo mudéjar, la clásica madera y sorprendentes murales en sus paredes.
De comienzos del siglo XX también data el Café Bilbao. Desde su privilegiada ubicación en la Plaza Nueva ha visto pasar los acontecimientos más relevantes de la historia reciente. Fue un referente de la tertulia en el País Vasco, y especialmente memorables eran aquellos debates en tiempos de la II República y la Guerra Civil. A sus exquisitos cafés hoy ha incorporado un suculento servicio de cocina que despacha raciones durante casi todo el día.
En la misma Plaza Nueva se reinventó el Víctor Montes. Ahora restaurante, otrora tienda de ultramarinos y productos delicatesen, pero sin duda un espacio que acumula historias desde el siglo XIX y que han sabido conservar. No en vano ha recibido a celebridades de la música, el cine o la realeza