Cuando baja el nivel del Garona, las aguas del puerto de Burdeos revelan formas peculiares. Estas carcasas, similares a crustáceos alienígenas, son restos de un inmenso intento de sabotaje. En agosto de 1944, cuando las tropas aliadas entraron en la ciudad, las fuerzas de ocupación alemanas hundieron deliberadamente más de 200 barcos antes de rendirse. Los ruinosos buques paralizaron el muelle y el río fue intransitable hasta 1949, cuando la ciudad despejó las pilas de metal. Este fue uno de los mayores proyectos de Burdeos tras la guerra. A pesar de los esfuerzos, aún queda chatarra en el fondo del río y, a veces, puede verse desde los embarcaderos de la orilla izquierda.
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