Escondida entre dos majestuosas mansiones, Notre-Dame-de-Pitié es casi invisible para los paseantes. ¡Qué pena! Su historia es digna de Romeo y Julieta. A finales del siglo XVI, Guillaume Croix, de 18 años e hijo de un pescador, se enamoró de Marie de Surtainville, una chica de 16 años de familia noble, prometida a un caballero normando. Por suerte, la historia de la pareja termina mejor que la de los amantes de Verona. A pesar de la oposición del padre de Marie, la joven pareja se casó y tuvo muchos hijos. La capilla, construida por Guillaume justo después de su boda, es un símbolo de su amor. El exterior, inicialmente de adoquines pintados de blanco, desgraciadamente no ha llegado a nuestra era, una terrible tormenta lo destruyó en 1902. Los descendientes de Guillaume y Marie han reconstruido la capilla alrededor del altar, el único vestigio de este pasado romántico que se libró de la ira de los cielos.
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