Resplandece toda la noche. Por el día, su corta llama sigue prendida centelleante mientras sus equivalentes eléctricos se extinguen. ¿Quién es? Es Léon, quién si no, la última luz de gas de París. Esta farola, instalada en los años 20, época que trajo las vías pavimentadas y el alcantarillado municipal a la zona, sigue velando por el pintoresco Sentier du Tir. Es fácil de encontrar, solo ha de recorrer este paseo peatonal y buscarla. Su nombre, Léon, está blasonado en letras blancas en el cristal. Si se cruza con alguno de los residentes de más edad, asegúrese de preguntarle por ella. Le contará que sobrevive solo gracias al esfuerzo de una asociación de vecinos, Los amigos de Léon, que se enfrentó al ayuntamiento en los años 70. Ávidos por modernizar la ciudad, los cargos electos tuvieron la audacia de proponer conectar la farola al suministro eléctrico, ¡qué horror!
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