El 3 de julio de 1870 fue un día de buen augurio: el tren de París hizo su gran entrada en la estación de Granville, una verdadera revolución ferroviaria para Normandía. Cuenta la historia que Camembert debe su renombre internacional a la construcción de la línea París-Granville. Puede que sea difícil de creer, pero es cierto. Según una jugosa historia, durante la inauguración de esta línea ferroviaria el nieto de Marie Harel, creador del queso Camembert, dio a probar el cremoso queso a Napoleón III. Seducido por su sabor, el emperador pidió más... y más. A partir de ese día, la corte imperial comenzó a importar periódicamente la delicia. En 1890, un ingeniero tuvo la brillante idea de poner la especialidad normanda en una caja de madera, y el resto es historia. Habiendo cautivado a la capital francesa y, después, a todo el país, el Camembert atravesó fronteras y cruzó el charco. Hoy, es uno de los quesos más apreciados del mundo.
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