En el centro de Chamonix hay una cabaña centenaria, pero no una cualquiera: este fue un punto de comercio de cristales, un recuerdo del rico pasado de esta ciudad de la Alta Saboya, un El Dorado para buscadores de cristales desde finales del siglo XVIII. Fue aquí donde Michel Comte, un comerciante de cristales, vendió rocas y minerales extraídos de las escarpadas laderas. Los Alpes del Mont-Blanc escondían dichos tesoros, en especial, cuarzo ahumado y la inusual fluorita rosa, formada hace 20 millones de años con el nacimiento de los Alpes. Años después, la cabaña se ha restaurado con una pâtisserie-chocolaterie en la planta baja y un salón de té, galería de arte y tienda de cristales en la superior. Es el único lugar de Chamonix donde comprar piedras preciosas y semipreciosas disfrutando de una agradable excursión.
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