La catedral de Saint-Pierre en Angulema, con su nave de bóveda de 72 metros de largo, cúpulas de estilo bizantino y un ábside semicircular, está considerada una de las iglesias más bellas de Charente. Aunque nadie podría haber adivinado su curioso destino. El proyecto comenzó en 1110, pero su construcción se retrasó desde el principio. ¿El motivo? El conde de Lusignan prohibió la importación de agua, madera, piedra o cal. ¡Ni siquiera se permitió la entrada a la ciudad a los artesanos! Pero el muy insistente obispo Gerardo II por fin logró ver cumplido su sueño en 1128. Pese a su consagración, la catedral cambiaría varias veces durante los siglos, lo cual ha afectado a su diseño original. Si sus pasos le conducen alguna vez hacia esta grande dame, mire más allá de su fachada y preste especial atención al presbiterio, ábside y crucero, todo ello resultado del genio creador del obispo.
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