Cuando tiene en cuenta su altura de 145 metros, es difícil imaginar que la catedral de Notre-Dame d'Amiens se edificó en un campo de alcachofas. No obstante, eso es lo que cuenta la leyenda. A la «pequeña Venecia del norte», célebre por sus muchos canales, también se la conoce por sus mercados flotantes ajardinados o hortillonnages. Aún accesibles hoy en día en barco, estos jardines sobre el agua los cultivaba una comunidad muy estructurada conocida como los hortillons. Se dice que, en 1220, estos horticultores donaron una de sus parcelas para la construcción de un edificio religioso. En ese momento, seguramente no imaginarían que sus huertas ayudarían a formar los cimientos de la catedral más impresionante de Francia. Ciertamente, cuesta creer que hace siete siglos el terreno estuviera cubierto de alcachofas en lugar de esta imponente muestra de arquitectura gótica.
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