La iglesia de San Francisco, construida en 1680, es una maravilla de la arquitectura colonial, pero su ejecución no ha sido un camino de rosas. Cuenta la leyenda que un indígena llamado Cantuña era el responsable de las obras de una de las capillas. Llevaba tanto retraso que el pobre hombre acabó por recibir una visita del diablo, que le propuso acabar la construcción de la catedral a cambio de su alma. El indígena aceptó, pero con una condición: que el trabajo se realizase la noche siguiente y que no faltara ninguna piedra en el edificio. ¡Trato hecho! Durante aquella noche, docenas de diablillos trabajaron incansablemente y, al alba, el edificio estaba terminado… salvo que faltaba una piedra. ¡Bingo! Cantuña pudo conservar su alma y los visitantes se divierten buscando el agujero en la iglesia. Iglesia de San Francisco. Cuenca 477, Quito
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